Conversamos con el criador que llevó el Gran Campeón Hembra de la raza Brangus. Un trabajo artesanal que involucra a mucha gente.
Los costos suelen quedar en un segundo plano cuando la recompensa es grande. Es lo que sucede con los animales que llegan a Palermo, que tienen un gran trabajo detrás pero también una importante retribución.
“Es un trabajo diario, el próximo lunes comienza el camino para La Rural 2020”, destaca Mauricio Groppo, de la cabaña La Sultana S.A., que fue galardonada con el premio de Gran Campeón Hembra de la raza Brangus, que “está pasando por un momento muy bueno, a nivel mundial está haciendo podio“.
Groppo destaca que lo más importante es la gente involucrada: “Son los que se llevan todos los méritos”. “Es un trabajo arduo, son animales seleccionados que tienen condiciones de alimentación y de mansedumbre distinto a un animal común”, agrega. El trabajo de un Gran Campeón incluye, entre otras cosas, tres comidas por día y un profundo trabajo de limpieza.
“El costo de traer un animal acá se compone con la inscripción propia de traerlo, estamos a 500 kilómetros de Buenos Aires“, explica Groppo, a lo que se suma toda la crianza del animal.
Si bien hay que tener en cuenta que los animales tienen distintas edades, entre inscripción, flete y estadía se calculan $40.000 por animal.
Desde La Sultana destacan la importancia de hacer genética y las posibilidades de exportación que hay detrás del negocio, sobre todo a Sudamérica: “Estamos con posibilidades de vender a México cuando se abra el mercado”, agrega.
La Rural “es un lugar en donde uno tiene que estar, como cualquier exposición del mundo”.
La Campeona de Brangus va a parir el mes que viene y después comenzar a producir embriones. Esta hembra el año pasado fue campeona de ternera, y tercera mejor hembra de la exposición. Además, su abuela fue Gran Campeona en 2012 y la madre fue Gran Campeona en el 2016.
Groppo destaca que “la ganadería de carne en el futuro se va a correr mucho a las zonas tropicales y por eso emprendemos en Salta y con esta raza”. “A futuro va a crecer mucho”, agrega.
ALGO QUE DURA PARA TODO EL AÑO
“No son solo 15 días al año”, destaca Mónica B. Schmale, presidente de la Asociación Argentina de Criadores de Limousin.
La criadora de la cabaña Don Federico explica que el camino arranca desde la elección del padre y la madre que se va a usar para hacer la combinación que se considera adecuada para competir y poder vender reproductores.
Se puede inseminar o comprar embriones: “En nuestro caso usamos madres nuestras y traemos semen desde Estados Unidos o Inglaterra. Ahí ya tenemos el costo de inseminación”.
Luego, “desde que nace el ternero hay que empezar a trabajarlo, sobre todo si lo traemos a un ‘show’ como es Palermo”.
Schmale destaca que hay que tener gente preparada y que hay un costo de alimentación, ya que desde el destete ya se le da silo de maíz con una ración buena para el crecimiento. Además, hay que “ocuparse de la podología, ya que es importante el tema de las patas”.
Recién después tenés el costo de las inscripciones: “Palermo es cara, pero tiene mucha prensa”, destaca. “Es prestigio para la cabaña, no es una retribución en plata. Si hay que comprar un toro se arranca por alguno que haya ganado Palermo”.
Se suma la tradición: “A los cabañeros les gusta estar acá, es el momento de mostrar el trabajo de todo el año”.
La raza Limousin “está en un crecimiento exponencial de la mano de la exportación, los ganaderos se dieron cuenta que tienen que cruzar”.
“El cuarto trasero es la parte más cara del animal”, y justamente es el punto fuerte de la raza y que le da valor a la producción de carne para la Cuota Hilton.