El agro argentino frente a un combo adverso: baja de precios globales y vuelta de retenciones

El agro argentino frente a un combo adverso: baja de precios globales y vuelta de retenciones

El primer semestre de 2025 cierra con un panorama desafiante para el sector granario argentino. A las condiciones climáticas favorables en Estados Unidos, que anticipan una cosecha récord, se suma la restitución plena de retenciones a las exportaciones de soja y maíz en el plano local.

Un cóctel que complica la proyección de la campaña 2026.

Mientras los agricultores argentinos intentan planificar el próximo ciclo productivo, el contexto internacional y las decisiones internas del Gobierno Nacional se combinan para pintar un escenario complejo. Las lluvias a tiempo y el clima casi perfecto en las regiones productivas clave de Estados Unidos están empujando al alza las expectativas de rendimiento para el maíz y la soja. El mercado de Chicago ya lo refleja: los futuros se ajustaron a la baja, y si se confirman las proyecciones del USDA (Departamento de Agricultura de EE.UU.) del pasado 11 de julio, los precios podrían retroceder a niveles mínimos no vistos desde la campaña 2001/2002, ajustados por inflación.

Argentina no es la única afectada. La presión de los bajos precios globales también golpea a otros países agrícolas. En Brasil, por ejemplo, se multiplican las protestas de productores que alertan sobre márgenes negativos y piden medidas urgentes de apoyo.

En el plano local, el Gobierno cumplió con su promesa de restituir los derechos de exportación (DEX) a sus niveles previos, tras una breve reducción transitoria. Esta medida, aunque anticipada, derivó en una fuerte reacción del sector exportador: se anotaron más de 8 millones de toneladas de soja antes del 30 de junio, muchas de ellas sin respaldo físico, para quedar exentas del nuevo esquema tributario. Sin embargo, el mercado ya descuenta el impacto de las nuevas retenciones en los precios actuales, dejando en desventaja a los productores que no se cubrieron a tiempo.

La presión también se traslada al frente exportador. Las cotizaciones FOB de la harina de soja argentina —principal generador de divisas del complejo oleaginoso— se ubican en los niveles más bajos de los últimos quince años, impactando negativamente en las industrias procesadoras y en la recaudación fiscal.

Un dato positivo del semestre fue el impulso del consumo interno de maíz, que en su momento permitió valores por encima de la paridad exportadora. Muchos productores aprovecharon esa ventana para cerrar negocios rentables. Sin embargo, esa etapa parece estar llegando a su fin. Con la cosecha récord de EE.UU. en el horizonte y la inminente llegada de la “safrinha” brasileña, el mercado ya da señales de presión bajista. En pocas semanas, los valores del maíz retrocedieron de 200 a 170 dólares por tonelada, con expectativas de amesetamiento por varios meses.

Desde Maizar, la entidad que representa a la cadena del maíz, insisten en la necesidad de promover activamente el uso de maíz para la producción de etanol. Esta estrategia, señalan, podría convertirse en una válvula de escape ante la saturación global y la falta de competitividad en los mercados internacionales.

El segundo semestre arranca con más incertidumbre que certezas. Las decisiones de política económica, la dinámica climática global y la demanda interna serán claves para definir el rumbo de la próxima campaña.