Editorial: Milei en La Rural 2025, un anuncio esperado que enfrenta la realidad estructural del campo argentino.

Editorial: Milei en La Rural 2025, un anuncio esperado que enfrenta la realidad estructural del campo argentino.

La presentación del presidente Javier Milei en la Exposición Rural 2025 generó una oleada de expectativas y esperanza en el sector agropecuario argentino. Su anuncio de reducir progresivamente las retenciones a las exportaciones agropecuarias, junto con una batería de medidas orientadas a fomentar la inversión tecnológica y simplificar trámites, representan un cambio de rumbo significativo para un sector históricamente golpeado por políticas fiscales restrictivas.

El esquema anunciado contempla reducciones relevantes y graduales: la soja verá una baja de 33% a 26%, mientras que sus subproductos como harina y aceite pasarán del 31% al 24,5%. Otros cultivos fundamentales como el maíz y el sorgo experimentarán una reducción de 12% a 9,5%, y el girasol bajará de 7,5% a 5,5%, con una meta ambiciosa de alcanzar el 4% hacia 2026. En el sector ganadero, la carne vacuna y aviar tendrán una rebaja del 6,75% al 5%. Además, se confirmó la eliminación inmediata de retenciones para las economías regionales, una medida largamente reclamada por el interior productivo.

Estas medidas, sin dudas, marcan un antes y un después en la política agropecuaria argentina, pues representan un gesto concreto para mejorar la competitividad y la rentabilidad del sector. La reducción permanente de retenciones otorga un marco de previsibilidad fundamental para que productores e inversores puedan planificar a mediano y largo plazo, fortaleciendo la confianza en un contexto macroeconómico complejo.

Sin embargo, la realidad del campo argentino es más compleja y exige una mirada integral. Pese al entusiasmo por la baja tributaria, persisten problemas estructurales que limitan el potencial productivo. La infraestructura vial y logística continúa siendo una asignatura pendiente, con caminos rurales deteriorados y accesos a puertos saturados que encarecen la salida de la producción y reducen la competitividad frente a otros países.

Asimismo, el acceso al crédito sigue siendo una limitación clave. Los pequeños y medianos productores enfrentan dificultades para obtener financiamiento a tasas razonables, lo que dificulta la incorporación de tecnologías, mejora en sanidad y ampliación de la producción. La estabilidad normativa también sigue siendo un tema crucial: sin un marco fiscal y regulatorio claro y sostenido en el tiempo, la inversión se vuelve riesgosa y muchas iniciativas quedan postergadas.

A esto se suma un contexto macroeconómico desafiante, donde la inflación persistente y la volatilidad cambiaria encarecen insumos fundamentales como agroquímicos, semillas, fertilizantes y transporte, erosionando los márgenes de rentabilidad. En paralelo, el cambio climático agrega una capa adicional de incertidumbre: regiones como el sudeste bonaerense sufren estrés hídrico recurrente que impacta negativamente en los rindes de soja y maíz, afectando la sustentabilidad de la producción a largo plazo.

La rebaja tributaria y la tecnificación: un impulso hacia la sustentabilidad

La rebaja tributaria anunciada alienta la adopción de tecnologías y buenas prácticas agrícolas (BPA) como la siembra directa, la rotación de cultivos, el monitoreo satelital y la trazabilidad. Productores que invierten en valor agregado y exportación de productos certificados pueden mejorar su margen y garantizar la sostenibilidad a largo plazo.

Desde el INTA ya se reportan experiencias exitosas que combinan tecnología y manejo sustentable, mientras que SENASA impulsa normas de sanidad que fortalecen la trazabilidad y facilitan la apertura de nuevos mercados, especialmente en alimentos con altos estándares de calidad y seguridad sanitaria.

Retos y Oportunidades Futuras

Retos:

  • Mejorar la infraestructura vial y logística para reducir costos de transporte hacia puertos.
  • Facilitar y ampliar el acceso al crédito agropecuario, especialmente para pequeños y medianos productores.
  • Afianzar políticas tributarias claras y estables, para brindar previsibilidad y confianza a largo plazo.

Oportunidades:

  • Incentivar la producción de cultivos clave como soja, maíz y carne vacuna, impulsando el crecimiento sectorial.
  • Estimular el asociativismo y la cooperación entre productores para mejorar la escala y competitividad.
  • Expandir mercados con productos de mayor valor agregado, tales como aquellos con denominación de origen, carnes premium y alimentos orgánicos certificados.

El sector agropecuario espera que estas medidas se enmarquen dentro de una estrategia integral y de largo aliento, coordinada con la Ley de Semillas, la promoción del mercado de futuros, y el fortalecimiento del vínculo entre las Bolsas de Cereales, la Bolsa de Comercio de Rosario y el gobierno nacional.

Críticas y reclamos desde el sector

Pese al tono favorable del anuncio, varios dirigentes rurales expresaron críticas y reservas. Durante la Rural 2025, Nicolás Pino, presidente de la Sociedad Rural Argentina, manifestó que si bien valoran “los pasos dados en materia de reducción de retenciones”, advierten que “no es suficiente para revertir años de políticas que postergaron el desarrollo del campo”. Pino enfatizó que “la competitividad del agro pasa también por resolver la infraestructura, mejorar el acceso al financiamiento y garantizar estabilidad jurídica, factores esenciales para que el productor pueda proyectar y crecer”.

Asimismo, llamó a un compromiso conjunto entre el sector público y privado para diseñar políticas de largo plazo que incluyan inversión en tecnología, capacitación y cuidado ambiental. “El campo argentino tiene un potencial enorme para ser protagonista del desarrollo nacional, pero necesitamos condiciones claras y estables, que permitan a todos los productores, sin importar su escala, ser competitivos y sustentables”, concluyó.

La Mesa de Enlace y otras organizaciones rurales coinciden en que la reducción de retenciones es una señal positiva, pero que deberá estar acompañada de políticas integrales que aborden los problemas estructurales y las nuevas realidades climáticas y económicas.


En definitiva, la invitación es clara: más allá de los anuncios y buenas intenciones, se requiere un compromiso sostenido que integre a todos los actores y mire al futuro con políticas integrales y visión estratégica. Solo así el campo podrá cumplir plenamente su rol como motor económico, generador de divisas y sostén de la economía nacional.